martes, 23 de agosto de 2016

Relato "una noche de amor"




Buenas noches mi amor, le susurre al oído a mi amada, su cuerpo casi desnudo sobre la cama su cabello negro como la noche, su cintura  casi perfecta, sabía que ella me esperaba con deseos de que la hiciera mía, lo que ella no sabía es, que siempre era mía, a cada instante de mi vida yo la pensaba, pronunciaba su nombre, al notar mi presencia ella despertó y dijo; mi amor vienes demasiado tarde, sé que estaba enojada pero su cuerpo deseaba que mis manos acariciaran su piel, no le dije nada la abrace (hice uso de mi fuerza, sabía que ella estaba dolida pero aun deseaba mi piel, mi cuerpo, mis besos) pensé se iba a resistir, se aceleró el palpitar de su corazón y me dijo te amo.


 Me dejo de momento recorrer su piel, las curvas perfectas de su cadera hasta sus piernas, besar los volcanes de sus pechos, el mar de su boca y el paraíso mío que se esconde entre sus femeninas piernas, sus manos suaves, sus uñas largas aruñaron mi espalda, las yemas de sus dedos acariciaban cada parte de mi hombría, ella es para mí el amor hecho con amor.


Su cuerpo hacia que el mío  descendiera hasta lo húmedo de su paraíso, de un momento a otro me perdí, no comprendí la cartografía de su piel solo cerré mis ojos y la empecé a amar, ella entre gemidos decía eres el hombre que amo, hace horas traigo ganas de sentirte dentro de mí, escuchaba sus palabras y gemidos suaves mientras entrelazaba sus brazos a mi cuello y mordía mis orejas, solo quería hacerle sentir que la amaba y lo que ella también sentía lo estaba sintiendo en ese momento, suspire fuerte y le dije mi amor te amo, y quiero ser el único hombre que conozca parte de ti.


 Son como las once de la noche y aun nuestros ojos no desean esconderse, nuestros cuerpos aún no se cansan de estar juntitos, mi amor voy a contarte nuevamente los lunares y retratarte en mi memoria así, de perfil con tus caderas descubiertas, deja que mis dedos se enreden en tus cabellos y mi pasión de hombre te llene de ternura y dulzura.

Perdona cuando a veces sin querer te hago daño, es lo que menos quiero y termino dañándote el alma, mi ser no acepta otros brazos, ni otra piel, perdóname, no fue mi intención hacerte daño, ven mi niña déjame abrazarte, siento que todo es un sueño.


Henry B. Zuñiga


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