Buenas
noches mi amor, le susurre al oído a mi amada, su cuerpo casi desnudo sobre la
cama su cabello negro como la noche, su cintura
casi perfecta, sabía que ella me esperaba con deseos de que la hiciera
mía, lo que ella no sabía es, que siempre era mía, a cada instante de mi vida
yo la pensaba, pronunciaba su nombre, al notar mi presencia ella despertó y
dijo; mi amor vienes demasiado tarde, sé que estaba enojada pero su cuerpo
deseaba que mis manos acariciaran su piel, no le dije nada la abrace (hice uso
de mi fuerza, sabía que ella estaba dolida pero aun deseaba mi piel, mi cuerpo,
mis besos) pensé se iba a resistir, se aceleró el palpitar de su corazón y me
dijo te amo.
Me dejo de momento recorrer su piel, las
curvas perfectas de su cadera hasta sus piernas, besar los volcanes de sus
pechos, el mar de su boca y el paraíso mío que se esconde entre sus femeninas
piernas, sus manos suaves, sus uñas largas aruñaron mi espalda, las yemas de
sus dedos acariciaban cada parte de mi hombría, ella es para mí el amor hecho
con amor.
Su cuerpo hacia que el mío descendiera hasta lo húmedo de su paraíso, de
un momento a otro me perdí, no comprendí la cartografía de su piel solo cerré
mis ojos y la empecé a amar, ella entre gemidos decía eres el hombre que amo,
hace horas traigo ganas de sentirte dentro de mí, escuchaba sus palabras y
gemidos suaves mientras entrelazaba sus brazos a mi cuello y mordía mis orejas,
solo quería hacerle sentir que la amaba y lo que ella también sentía lo estaba
sintiendo en ese momento, suspire fuerte y le dije mi amor te amo, y quiero ser
el único hombre que conozca parte de ti.
Son como las
once de la noche y aun nuestros ojos no desean esconderse, nuestros cuerpos aún
no se cansan de estar juntitos, mi amor voy a contarte nuevamente los lunares y
retratarte en mi memoria así, de perfil con tus caderas descubiertas, deja que
mis dedos se enreden en tus cabellos y mi pasión de hombre te llene de ternura
y dulzura.
Perdona cuando a veces sin querer te hago daño, es
lo que menos quiero y termino dañándote el alma, mi ser no acepta otros brazos,
ni otra piel, perdóname, no fue mi intención hacerte daño, ven mi niña déjame abrazarte,
siento que todo es un sueño.
Henry B. Zuñiga